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Por La Redacción
La necesidad, dice una antigua expresión, tiene la cara de hereje, y a la hora de sacar provecho político de la miseria, la inteligencia de de las autoridades termina en una especie de estercolero.
Y eso fue lo que ocurrió en San Francisco de Macorís, donde se quiso pescar con la miseria de cientos de dominicanos, que muchas veces se ven en la obligación de acostarse con hambre.
Esa miseria por la que atraviesan miles y miles de dominicanos, es lo que se puede explicar de la disposición a ejecutar cosas incorrectas, sólo porque la gente tiene necesidad y está pasando hambre.
Lo que se vio en San Francisco de Macorís es responsabilidad del propio presidente Luis Abinader, que pretendiendo buscar votos se aprovecha de la miseria de la gente, utiliza los recursos del Estado.
El desorden ocurrido en un acto oficial, con fines políticos, bajo el supuesto cambio de plástico de la tarjeta Supérate, es evidente la falta de respeto de las autoridades que buscan sacar ventaja política con la miseria del pueblo.
Parecería que los popis querían ver los rostros de los wa-wa-wa, o que los ejecutivos desde su pedestal, olvidándose que en el mundo de la tecnología no se requiere del almacenamiento de personas humildes para cambiar una tarjeta.
Si la miseria se recoge en el banco, ahí también se le cambia la tarjeta y se evita virtuales choques con agentes del orden y de los beneficiarios de la vergüenza, es decir, de la tarjeta Supérate.
Justamente cuando se realiza el proceso para recibir la ¡ayuda! de Supérate, la dirección y datos de los beneficiarios, las mismas quedan en poder de las autoridades. ¿Sería ese el objetivo? No se puede descartar.
Ese show político oficialista debió de hacerse en una oficina pública, en orden, o en el banco del Estado, y hubiese sido menos traumático y menos vergonzoso.
¿Reincidir en el vergonzante espectáculo de San Francisco de Macorís, a quién beneficia?
Naturalmente, ahí están los videos, donde algún que otro beneficiario de la tarjeta Supérate, dicen que agentes cobran para acceder a la oficina.
Este fue parte de lo que ocurrió en un acto oficial del gobierno en San Francisco de Macorís
Qué vergüenza para un gobierno, y especialmente para un Presidente, como Luis Abinader, estar utilizando los actos oficiales para hacer políticas y ver como militares o policías, en presencia de funcionarios gubernamentales, le daban palos a humildes ciudadanos, que acudieron a la cita, tal vez viendo la oportunidad de mitigar su miseria.
Ojalá ese show político-oficialista no se repita en otra parte del país.
Ojalá, las actuales autoridades no continúen haciendo política, aprovechándose de la miseria de los dominicanos, que hoy tienen que dar hasta 45 pesos por un plátano, 48 pesos por una libra de azúcar y que tienen que sudar frío por el terror que se vive al entrar a un supermercado, colmado, farmacia o un centro de salud.
Ojalá las autoridades, y especialmente el presidente-reeleccionista, no continúe cometiendo los errores en que incurrió en la fronteras dominico-haitiana, que hoy son el hazme reír de muchos países, y hasta de los propios haitianos que han dicho, actuó con fines políticos en busca de votos.
