Las débiles declaraciones del papa Francisco, solicitando frenar la masacre en Gaza, daban la impresión de no querer hacerlas.
Y razones tendrá, pues en el mediano y cercano Oriente, en materia de creencia religiosa, y pese a que Israel se rige por un extraño cristianismo, la autoridad de la iglesia cristiana no responde necesariamente al líder de Roma.
Desde el pasado 11 de octubre, el papa Francisco ha solicitado un alto al fuego a las partes en Israel y Gaza, sin embargo, el genocidio ha escalado, pues las súplicas no encuentran oídos receptivos entre quienes dirigen la guerra.
En una guerra, las voces que imponen proceden de las armas, y en el caso de Israel y los palestinos, los líderes de órdenes religiosas poseen el poder.
Mientras las sectas se destruyen para ampliar el despojo y posesionar su dominio en la zona, las oraciones y plegarias resultan insuficientes para detener la muerte entre Israel y los palestinos.