AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Me ha sorprendido ver en este mundo islámico, de musulmanes, como se ora permanentemente, cinco veces al día con altoparlantes en todas las Mezquitas, inundando las calles, escuelas y hogares con sus oraciones, lo impresionante que es ver cómo los viernes al mediodía donde quiera que se encuentren los hombres, se dirigen a sus templos a orar, incluso en las calles, plazas, donde quiera que estén se postran ante la grandeza de Dios a alabarlo, adorarlo con sus rodillas y sus brazos levantados.
Las mujeres se quedan a un lado tranquilas esperando que sus compañeros terminen sus alabanzas, ellas no entran a las mezquitas a orar junto a ellos.
En mi religión católica los ministros y quienes dirigen la Iglesia siempre han sido los hombres, las mujeres juegan un papel muy conservador y aunque nuestras iglesias están llenas de mujeres y escasos hombres, aun así, ellas están marginadas de cierto poderío dentro de la Iglesia.
En estos días me llegó un escrito que podría servirle de satisfacción a muchas damas que han elevado su protesta frente a esta realidad, comparto:
“¿Alguna vez te has preguntado por qué en las Escrituras los hombres siempre suben a las montañas para comunicarse con el Señor? Así sucedió con Abrahán (Monte Moria), Moisés (Sinaí), Elías (Carmelo, Horeb), Apóstoles (Transfiguración)… Sin embargo, en la Biblia nunca se oye hablar de mujeres que vayan a las montañas. ¡Gran misterio es este!
¿Sabes por qué? Porque las mujeres estaban demasiado ocupadas manteniendo la vida en marcha: no podían abandonar a los bebés, a los ancianos, las casas, la limpieza, las comidas… y las mil ocupaciones diarias de las que habla el libro de los Proverbios (31,10-31). ¡Como para subir a las montañas!
Un día una mujer se lamentaba a su confesor por no disponer de tiempo libre para subir a las montañas y entrar en comunión con Dios. La respuesta que recibió la consoló y la pacificó: Los hombres tienen que sudar y sufrir escalando montañas para poder encontrarse con Dios, pero Dios viene a las mujeres donde quiera que ellas estén".
De hecho, en las Escrituras Dios sale a su encuentro en los pozos (Rebeca, Séfora, Samaritana); en sus casas (Marta y María), en sus cocinas y ocupaciones (Rut, Ana, María, Isabel)…El viene a ellas mientras se sientan al lado de las camas de los enfermos, cuando dan a luz, cuidan a los ancianos y asisten a los duelos.
Incluso en la tumba vacía María Magdalena fue la primera en presenciar la Resurrección de Cristo. Ella estaba allí porque estaba haciendo la tarea femenina de preparar adecuadamente el cuerpo del Señor para el entierro. En estas cosas aparentemente mundanas y en tareas ordinarias, las mujeres de las Escrituras se encontraron cara a cara con la divinidad.
Entonces si alguna vez comienzas a lamentar el hecho de que no tienes tanto tiempo para estar en las montañas con Dios como quisieras, recuerda: Dios viene a las mujeres. Él sabe dónde estás y las cargas que llevas. Él te ve y, si abres los ojos y tu corazón, lo verás incluso en los lugares más comunes y en las cosas más sencillas. ¡LOS HOMBRES VAN A DIOS, PERO DIOS VIENE A LAS MUJERES!”
Víctor Martinez piensa que las razones son más profundas aún, pero de momento conformémonos con esta hermosa explicación que ubica a las mujeres en su justo lugar como seres superiores, santas e hijas predilectas de Dios.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo que nos brinda a través de nuestra fundación nuestra hermana Nancy Martí Vda. Logroño.
Hasta la próxima.