Necesitamos la Comisión de la Verdad
Víctor Manuel Díaz Cordero (Cecilio, Manuel), nace en la costeña población de Gaspar Hernández, en la productiva provincia Espaillat, un 6 de marzo de 1956.
´
De familia sumamente pobre. Desde pequeño tuvo que abandonar los estudios para vender carne y mondongo por las calles y así ayudar a la manutención de su familia.
Se traslada a Santiago en busca de mejorar su situación económica y allí se vincula al Partido Comunista Dominicano (PCD), donde dio muestra de su arrojo, de su capacidad de trabajo y sacrificio.
Por orientación de su partido, ingresa como combatiente internacionalista a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) de la República del Salvador, en momentos que en ese país se desarrollaba una insurrección armada.
Es herido gravemente por las esquirlas de una bomba lanzada por un avión, en medio de un combate con el ejército.
Fue operado por un médico dominicano y en poco tiempo continuó con las Fuerzas Especiales del Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que agrupaba a todas las fuerzas guerrilleras.
Tuvo un papel protagónico en la toma de la capital, San Salvador, en la exitosa excursión de la base militar de El Robledal, entre otras acciones.
Fue parte de un importante equipo de dominicanos solidarios con esa lucha.
Al regresar al país, las agencias norteamericanas habían decidido la eliminación física de todos los combatientes internacionalistas.
El 10 de octubre del 2009, en Montecristi, después de haberse entregado a las autoridades, por ser buscado por un "supuesto secuestro" y ser grabado por cámaras, el coronel Alberto Trejo Pérez lo asesina, cumpliendo órdenes superiores, queriendo simular un supuesto enfrentamiento.
Este oficial fue separado de la institución por ser acusado por un delincuente que denunció que el robaba en combinación con este oficial.
Esta denuncia ocasionó un escándalo nacional.
Dentro del cadáver de nuestro amigo y hermano se encontró un proyectil de plata, procedente de un revólver calibre 38, propiedad de un alto oficial policial.
Además de los múltiples disparos, recibió una salvaje golpiza que demolió todo su rostro y cuerpo.
Así sacian su voracidad y bestialidad, éstos depredadores de la vida.
En mi familia se le recordará siempre por su humildad y sencillez.
Muchas veces cruzaba toda la ciudad a pié para tomarse un café en mi casa.
Pocas veces he admirado y querido a un ser humano como a Manuel.
Necesitamos la Comisión de la Verdad…