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Dialogando con el ciego de Jericó

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REFLEXIONES…

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Ante todo, deseo recordar aquella experiencia de Jesús con el ciego de Jericó, que nos narra en Lucas 18: “Cuando ya se encontraba Jesús cerca de Jericó, un ciego que estaba sentado junto al camino pidiendo limosna, al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba por allí, y él gritó: ¡Jesús, Hijo de David, ¡ten compasión de mí! Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más todavía: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo cerca, le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego contestó: Señor, quiero recobrar la vista. Jesús le dijo: ¡Recóbrala! Por tu fe has sido sanado. En aquel mismo momento el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús alabando a Dios. Y toda la gente que vio esto, también alababa a Dios.”

Caminaba yo por el parque de Kizilay, me ha extrañado que en Turquía hay muchos no videntes que caminan por las calles, me encontré con un ciego cuyo bastón chocaba con un muro, próximo a un desnivel con escalones, estaba expuesto a caerse, me atreví a acercarme y al tocarle sin recordar el idioma le dije: “permítame ayudarlo”.

Para mi grandísima sorpresa el ciego me contestó: “Ah, habla usted español” y ahí recordé que me había comunicado con el idioma equivocado. Me saltó el corazón, sentí alegría y le contesté, con mucho orgullo, sí soy dominicano, a lo que me respondió soy turco, pero hablo varios idiomas, me he dedicado a estudiar idiomas y en eso trabajo.

De inmediato me pidió sentarse a conversar conmigo y procedí a un banco cercano a conversar con él, le dejé que saciara toda su curiosidad, quién yo era, qué hacía aquí, a que me dedicaba, como era mi país, y de un momento a otro me dijo: “usted casi no habla, no siente curiosidad por mí”. En verdad mientras lo contemplaba me hacía mil preguntas, pero pensaba en aquella escena del ciego de Jericó, y me decía por dentro, Señor cuanta fe me falta, cuánto me gustaría imponer las manos a este joven y pedirte que le devuelvas la vista, pero no me atrevo. Me sentí tan pequeño.

Me dijo que se tenia que ir pues ya estaba oscureciendo y pensé que tenía poca importancia, pues para él siempre estaba oscuro, a lo que me atreví a hacerle una única pregunta:

¿Cómo se siente no ver, estar siempre a oscuras y no poder disfrutar de todo lo que está a tu alrededor?

Respondió: “Es esa la gran curiosidad de los que creen ver, el mundo interior es más inmenso y hermoso y tiene más luz y cosas maravillosas que las que ustedes ven.”

Me dejó sin palabras, al pararse me dijo: “Dios te va a bendecir siempre por ayudar personas”,
Gracias, que bueno haberte conocido, se despidió diciendo, “nos vamos a volver a encontrar”.

Víctor Martinez se quedó sin palabras, desde entonces no he dejado de pensar en aquella escena, pero sobre todo en esa expresión: “el mundo interior es más inmenso y hermoso y tiene más luz y cosas maravillosas que las que ustedes ven.”

Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo de nuestra exalumna María Caridad Coplin.

Hasta la próxima.

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