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Cuidado con los apegos

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REFLEXIONES…

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Los apegos son complicados, nos apegamos a los padres, a los hijos, a los nietos, a las pertenencias, a las parejas, a los amigos, a las mascotas, a los lugares, y cuando nos toca desprendernos o perderlos por las razones que sean, sufrimos inmensamente.

Mi primera gran pérdida fue la partida de mi abuelo materno, cuando niño, quien compartía a diario conmigo, aquel fue un dolor inexplicable.

Me sentía tan apegado a mi colegio en mi etapa de infante y cuando mi padre decidió irse a vivir a otra ciudad, lo sufrí mucho, pero tuve que acostumbrarme.

Tuve mi primer gran amigo de pequeño y viví la triste experiencia de verlo emigrar a los Estados Unidos, sin jamás volver a saber de él, no había redes, que triste me sentí.

Me votaron del colegio por ser mal estudiante, aunque tenía un comportamiento ejemplar, y era muy trabajador en las actividades de ayuda a los más necesitados, pero eso no les importaba a los educadores, perder el colegio y a mis amigos, eso marcó mi vida.

Ver morir a mi mejor amiga en mi adolescencia, fue desgarrador.

Tuve cuatro años de amores a los 17 años, con mi primera novia, me dejó por otro y rompió mi corazón. De la misma manera me enamoré de nuevo con quien se suponía me casaría y a los dos años me dijo que me dejaba porque yo era muy bueno y pendejo.

Así transcurrieron los años, traté de no apegarme a nada, ni a nadie, sin embargo, ya de adulto, las pérdidas continuaron, con la diferencia de que fui comprendiendo, sobre todo al perder a mis padres, que a quien había que apegarse era a la presencia de Dios en tu vida.

Las cosas materiales se terminan, todo en un segundo puede desaparecer, los seres queridos se mueren y nos queda un gran vacío, podemos perder posiciones, privilegios, dinero, pero cuando estamos preparados espiritualmente y hacemos del Señor el centro de nuestra vida, todo se supera rápidamente y se valora el crecimiento espiritual y los grandes aprendizajes que nos quedan tras las pérdidas.

Hoy se me han removido las pérdidas, sobre todo por extrañar a mi país, a mi gente, pero en medio de mi soledad relativa, he tenido una vez más que apegarme a mi Dios, permitir que el Espíritu Santo obre en mí, dirija mis pasos, me acompañe y me llene de su amor.

Víctor Martínez se siente más cerca de Dios, he aprendido a valorar el silencio, la naturaleza, los cambios climáticos, el poder de la oración, la capacidad de usar más de mi mente, de cargar una mochila ligera, he aprendido a tener únicamente lo necesario, a confiar en Dios, en que siempre provee y en que todo sucede a Su tiempo.

He valorado el amor de los grandes amigos, que no me han abandonado y que siempre me apoyan y oran por mí. Dios los bendiga.

Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestra exalumna Jenny Ventura.

Hasta la próxima.

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