Por Víctor Martínez
Existe una manifestación poderosa cuando el pueblo de Dios se une en clamor y en un mismo espíritu.
Él derrama su bendición y su misericordia. Cuando el pueblo se une en clamor, Él manda su cobertura y cumple un pacto de victoria.
Por eso como creyente, te digo, que es imposible solucionar esta situación si no nos mantenemos en santidad y unidos todos cómo una familia espiritual en oración, alabanza y petición, ayunando, ofreciendo sacrificios y ofrendas al Señor.
La única forma de romper toda fuerza maligna y toda oposición satánica, es esta y tenemos que estar conscientes de que estamos librando una batalla frente al mal.
El pueblo de Dios siempre alcanza la victoria cuando se une, no es hora de levantar banderas partidistas, ni diferencias religiosas, ni sociales, ni económicas, ni culturales, recordemos que:
La unidad trae sanidad y restauración: Nota que en 2 Crónicas 7:14, Dios encuentra a su pueblo de una manera desenfrenada. El advierte al pueblo de un juicio o de una restauración. «Si se humillare mi pueblo el cual mi nombre es invocado…entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.» Dios pide que su pueblo se consagre y que renuncie todo camino pecaminoso el cual corrompe el cuerpo de Cristo. Existe sanidad, perdón, respuesta y restauración cuando su pueblo se une en clamor.
La unidad trae misericordia: Ya vimos de que Dios ofrece restauración pero también ofrece misericordia de su ira. Dios es un Dios que no tolera el pecado, la corrupción y la idolatría. La ciudad de Nínive iba ser destruido por su desobediencia y sus pecados (Jonás 3). Al momento que escucharon la palabra de Dios por medio del profeta Jonás, el pueblo se arrepintió y se consagraron a Dios. Dios vió su arrepentimiento y se frenó de ejecutar juicio. Cuando un pueblo se consagra y se santifica, Dios guarde su promesa de no destruirlos.
La unidad trae conquista: En el libro de Josué, capítulo 6, El pueblo de Israel se había unido para conquistar la ciudad de Jericó. Los soldados marcharon alrededor de la ciudad como Dios les había ordenado. Después de siete días, todos los sacerdotes tocaron sus trompetas y la gente grito. Las murallas derrumbaron y conquistaron la ciudad. Cuando su pueblo obedece sus órdenes, Dios mandará las estrategias y las instrucciones claras para una conquista segura.
El pueblo dominicano tiene que mantenerse unido para alcanzar la fuerza y la conquista de sus derechos, de su Patria casi perdida y lograr la promesa de Dios. Solamente unidos en oración, comunión y adoración podremos alcanzar su misericordia y su presencia.
Víctor Martinez te invita a visitar el templo cercano y unirte en adoración y alabanza al único Dios verdadero, al que en estos momentos puede liberarnos de una tragedia sin límites, dolorosa que podría marcar un rumbo triste y tenebroso de nuestro país.
Tomemos en serio este llamado y démosle conciencia a nuestros niños, adolescentes y toda persona que esté indiferente frente a esta realidad, para que levanten también su clamor al Todopoderoso.
Dios, Padre de amor Toca las mentes de todos aquellos haitianos que nos guardan rencor, odio, rabia, queriéndonos destruir, libéralos de las fuerzas del mal, estremece sus consciencias, aplaca su ira, y convierte sus corazones.
Derrama tu gracia sobre nuestro pueblo dominicano, perdona los pecados por la tanta corrupción, por la indiferencia de tantos dominicanos, por las malas acciones de tantos políticos, comerciantes, militares, autoridades y personas que han estado vendiendo nuestra Patria sin medir las consecuencias que hoy nos han creado.
Pon un alto a todo esto, ten misericordia y piedad de nuestro pueblo. No permitas que las fuerzas del mal penetren en nuestro país destruyéndolo, protégenos del mal, protégenos de mal, protégenos del mal y permite que el Espíritu Santo se derrame sobre nosotros cubriéndonos con su gracia y protegiéndonos.