AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Vivimos satisfaciendo nuestras necesidades psicológicas, emocionales, con terapias, meditaciones, relajamientos, lecturas, artes, gimnasio, sexo, alcohol, en fin, de innumerables formas, convirtiéndonos en ocasiones en personas egoístas donde primero estoy yo, luego yo, siempre yo y a veces el otro, y todo esto en busca de la felicidad y el bienestar.
No nos queda tiempo para detenernos ante nadie, para sacar una limosna y darla a un necesitado, nunca disponemos en el presupuesto de recursos para destinarlos a Glorificar a quien todo nos lo da. Son personas que no están llenas del Espíritu Santo, porque con su actitud le cierran las puertas de su corazón.
Las personas que le dan entrada al Espíritu Santo en sus vidas son caritativas, no son tacaños, son desprendidos, siempre dan de lo mucho o poco que tienen, y lo hacen por amor y en el nombre de Dios.
Consideran el Espíritu Santo como un gran misterio inentendible, pues no logran reconocer su presencia en ellos, ni tampoco entablar una comunicación profunda, en la que puedan recibir sus orientaciones, sus dones y gozar de su gracia divina.
Gozar de la presencia del Espíritu Santo en tu vida es vivir en salud y sentir una felicidad que nada ni nadie te la puede quitar, pero para esto, tienes que ser una persona en la que el servicio a los demás prevalezca en tu vida, tienes que servir con amor, disfrutar el servicio, ser alguien que se desviva por servir, capaz de dejar sus cosas personales a un lado para servir.
Tienes que aprender a dejarte llevar por el Espíritu Santo, estar siempre disponible, no importa que quien te necesite en un momento determinado cambie tus planes.
Debes ser una persona que se sienta libre, libre de ataduras, a quien no le importen las estructuras, los horarios, las agendas, porque se siente ser un servidor, apóstol del Señor y debe estar disponible para cuando Él le necesite.
Es ver al otro con los ojos del amor, de la compasión, sin estar pensando que el otro lo quiere fastidiar, le quiere dañar, lo quiere manipular, le quiere sacar provecho, sino que es alguien que le necesita y debe ayudar.
Aprendí desde temprana edad a decirle a todo el que se me acerca en busca de ayuda: “¿En qué te puedo servir?” y le sirvo con gusto y con amor.
Ojalá aprendamos a decirle a todo el que se nos acerca, como decía Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” (Lucas 18,41).
Este mensaje ha llegado a todos ustedes como cortesía de la hermana Psicóloga Lucía Striddels.
Hasta la próxima.