Necesitamos la Comisión de la Verdad
Luis Ramón Peña González (Papilin) nace el 8 de mayo de 1936, en La Romana.
Ingresa al seminario, donde sus compañeros Benito de la Rosa y Carpio y el Padre Vinicio Disla, fallecidos, lo describían como una persona responsable, seria y solidaria.
A pesar de la estricta vigilancia de la dictadura trujillista, se fue gestando una corriente contraria al régimen.
Junto al sacerdote Daniel Cruz Inoa, se dedicó a promover en Santiago la integración de jóvenes en Acción Clero Cultural.
En Tenares, junto al mismo sacerdote, conformó después de un retiro los Encuentros de Jóvenes Católicos.
Más tarde, en una interacción de Acción Clero Cultural y el Movimiento 14 de Junio, se encontraron el Padre Cruz con Manolo Tavárez, Minerva Mirabal y otros.
Fueron descubiertos por la seguridad del Estado, siendo apresados y torturados en las cárceles de La Victoria y La 40.
Unos compañeros de prisión atestiguan que el 21 de enero de 1960, el día de Nuestra Señora de La Altagracia, observaron que el cuerpo de Papilin reflejaba un despiadado maltrato, fruto de los golpes a que fue sometido.
Fue trasladado de La Victoria a La 40, y ahí torturado, no lograron ninguna confesión contra Monseñor Pepén, ni contra nadie, debido a su gran valentía y fortaleza de sus convicciones.
Luego lo envían a la cárcel de La Vega, donde lo matan y desaparecen su cuerpo.
Su única arma era un rosario y sus oraciones.
Justicia es el atributo de Dios que mantiene lo que es coherente con su propio carácter o naturaleza y que necesariamente juzga lo que está opuesto a él, como es el pecado.
El crimen no prescribe jamás, decía Juan Pablo Duarte.
La Comisión de la Verdad es una reivindicación histórica de nuestro pueblo.