AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? El término «resurrección», levantarse, alzarse, resurgir, renacer, hace referencia a la acción de resucitar, de dar nuevo ser o nueva vida. Es la creencia que sostiene que un ser puede recobrar la vida después de la muerte. La resurrección constituye un símbolo de la trascendencia.
El judaísmo y el islam aceptan la existencia de la resurrección. Para el cristianismo es el pilar de su fe: «Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe» (I Corintios 15, 14)
En los escritos neotestamentarios, Jesús de Nazaret no es presentado solo como alguien que cree en la resurrección de los justos que tendría lugar al final de los tiempos. En los Evangelios, manifiesta poder sobre la vida, volviendo a la vida a varios muertos por los que acuden a él a suplicarle durante su ministerio:
La hija de Jairo (Marcos 5:21-42). El hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-17). Su amigo Lázaro de Betania, por quien suplican sus hermanas Marta y María (Juan 11:1-43). En todos estos casos, los cuerpos físicos habrían vuelto a la vida, indistinguibles de su situación antes de la muerte. Estas resurrecciones recuerdan los milagros proféticos del Antiguo Testamento y representan en las Escrituras el anuncio velado de otra resurrección muy diferente: la de Jesús mismo.
Más aún, Jesús señala en el Evangelio de Juan: «Yo soy la resurrección y la vida. El que vive en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (Juan 11:25), implicando así que quienes creen en él son ya partícipes de un nuevo nacimiento, lo cual conlleva a un cambio y esperan la resurrección la vida eterna.
Jesús añade predicciones precisas: repite en varias ocasiones que el Hijo del hombre ha de morir y que resucitará al tercer día (Marcos 8:31 Marcos 9:31 Marcos 10:33-34).
El Evangelio de Mateo anuncia la muerte de Jesús con un paralelo con el «signo de Jonás»: así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena durante tres días, el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra (Mateo 12:38-40).
El Evangelio de Juan lo reitera con el «signo del Templo»: Jesús, interpelado por los judíos, dice: «Destruyan este templo y yo lo reedificaré en tres días…»; ahora bien, «hablaba del templo de su cuerpo» (Juan 2:18-22).
El anuncio de una «resurrección de los muertos» se hace incomprensible aun al grupo de «los Doce Apóstoles» (Marcos 9:9-10), y con más razón a los enemigos de Jesús, que toman pretexto de él para poner guardias en su sepulcro, después de la muerte de Jesús (Mateo 27:62-66).
Si bien es cierto que existen innumerables casos que nos muestran el milagro de la Resurrección, Víctor Martínez piensa que con la venida de Jesús, el Señor Dios nos dejó como herencia una resurrección que todos podemos vivir, la resurrección de los muertos para disfrutar de la vida eterna.
Hoy, el Padre ha resucitado en mí, me ha reanimado con su presencia para continuar profesando mi fe, con la oración, el servicio a los demás y mi amor interminable para todos, por eso te repito: Felices Pascuas de Resurrección”, ojalá tú también lo puedas decir.
Hasta la próxima.